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La ONU celebra el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos

Tan solo dos tercios de todos los alimentos que se producen en el mundo llegan a nuestro plato, el tercio restante se desperdicia en algún punto de la cadena de producción, distribución y consumo. A pesar de que puede parecer una gran pérdida económica, esta no es la consecuencia más grave que tiene el desperdicio alimentario.

De acuerdo con los datos facilitados por las Naciones Unidas, si se llegasen a consumir tan solo un cuarto de los alimentos que actualmente se desperdician, se podría alimentar con ello a 870 millones de personas. Además, para producir estos alimentos que van a la basura, se utiliza aproximadamente el 30% de la superficie agrícola mundial y se emiten el 5% de los gases de efecto invernadero.

Aunque es un fenómeno que se da en todos los países, la forma de producirse es distinta en unas y otras regiones. Por ejemplo, en los países en vías de desarrollo, el 40% del desperdicio se produce durante la cosecha y el procesamiento de los alimentos; mientras que en los países desarrollados el 40% del desperdicio se produce en el comercio minorista o en los hogares.

En vista de la magnitud del problema, en 2019 la Asamblea General de las Naciones Unidas fijó el 29 de septiembre como el Día Internacional de la Concienciación sobre la Pérdida y Desperdicio de Alimentos, con el objetivo de recordarnos las graves consecuencias que ello tiene e intentar concienciar a las empresas y los consumidores de la importancia de reducir la cantidad de alimentos que terminan en la basura.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) son actualmente los organismos encargados de medir los avances en este ámbito a través del Índice de Pérdida de Alimentos y del Índice de Desperdicio de Alimentos respectivamente. Asimismo, esta es una de las metas marcadas en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que busca reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita a nivel minorista y de consumo, así como reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro.

Estos objetivos son más importantes aún en este año 2020, en que la pandemia de covid-19 ha provocado la interrupción de muchas cadenas de suministro han visto su trabajo interrumpido por medidas como el cierre de fronteras, las restricciones de movimiento o la falta de temporeros, que han agravado el problema del desperdicio alimentario a nivel mundial. Al otro extremo de la cadena, las compras compulsivas realizadas por los consumidores al inicio de las restricciones fueron seguidas de un aumento en el desperdicio en los hogares.

Por todo ello, es importante recordar que la producción actual de comida es suficiente para alimentar a toda la población y, sin embargo, 820 millones de personas pasan hambre y otros 2.000 millones están en riesgo de padecer el mismo problema, de acuerdo con los datos de Naciones Unidas. Frenar el desperdicio alimentario es uno de los retos más urgentes para comenzar a poner solución a este problema.